El presidente denuncia 20 años de dominio político en las cortes y dice que la elección define el rumbo del país por los próximos ocho años.
Mientras cumplía agenda en Japón para llevar a cabo reunión con el primer ministro Shigeru, el presidente Gustavo Petro no dejó pasar la controversia por la elección de Carlos Camargo y acusó al uribismo de haber sometido la justicia colombiana durante gran parte del siglo XXI.
“Lo que ha sucedido respecto a la elección del magistrado Camargo no tiene que ver con mi gobierno. No aposté a dominar la Corte, es imposible. Solo presenté dos ternas para que el Senado eligiera 2 magistrados de un total de 9”, escribió Petro en Facebook.
El mandatario calificó como “una acusación falsa” las versiones que lo señalan de querer cooptar la Corte, y aseguró que lo que estaba en juego con la votación no era su último año de gobierno, sino el rumbo democrático del país. “Nos jugábamos si avanzábamos hacia una democracia plena o si retrocedíamos a los años del crimen de Estado y la impunidad: la gobernanza paramilitar”, advirtió.
En su mensaje, Petro también apuntó contra la élite cordobesa que habría aplaudido la llegada de Camargo al tribunal. “Córdoba está llena de fosas comunes que generó una élite terrateniente que decidió quitar la tierra, matar estudiantes y profesores. Nadie de esa élite habló en contra del genocidio cordobés, ni siquiera quien fue defensor del pueblo en el gobierno Duque”, señaló.
Sobre Camargo, el presidente dijo no confiar en su papel como garante de la Constitución de 1991 y lo cuestionó por su silencio frente a episodios de violencia política y violaciones a los derechos humanos. “No confío en quien se silenció ante el fascismo, en quien no protestó contra el asesinato de los jóvenes —más de seis mil inocentes en el gobierno Uribe— ni ante el encarcelamiento de los 3 mil jóvenes por los fiscales de Duque, muchos de ellos entregados a las mafias”, sostuvo.
El pronunciamiento de Petro no solo deja en evidencia la fractura política tras la elección, sino que marca un pulso abierto entre el Ejecutivo y las mayorías del Senado, que terminaron respaldando a Camargo pese a las advertencias del jefe de Estado.