Veinte cautivos regresan con vida a Israel, mientras la Cruz Roja recibe los cuerpos de cuatro rehenes fallecidos; el pacto cierra una era sangrienta, pero arranca una nueva etapa frágil de negociación.
Este lunes marca un giro dramático en el conflicto entre Israel y Hamas. Tras meses de tensiones y violencia, el grupo islamista ha entregado 20 rehenes israelíes que seguían vivos, además de los restos de cuatro que murieron en cautiverio. En respuesta, Israel dio por concluido el canje planeado de prisioneros palestinos, enviando los liberados a Gaza y Egipto según lo acordado.
El proceso fue supervisado por la Cruz Roja y contó con firma oficial del fin del conflicto entre EE. UU., Egipto, Catar y Turquía. En Egipto, en la ciudad de Sharm el Sheij, se selló el alto el fuego ante una treintena de líderes internacionales que presenciaron el evento. Donald Trump fue aclamado en el Parlamento israelí durante su discurso y recibió agradecimientos del primer ministro Netanyahu por su rol diplomático.
No obstante, la calma parece frágil, aunque hoy se devolvieron los restos de cuatro cautivos, Hamas afirma tener aún 24 cuerpos retenidos. Además, mil 966 prisioneros palestinos fueron liberados durante la jornada, incluyendo a aquellos con condenas a cadena perpetua, y trasladados hacia Gaza, Cisjordania y Egipto.
Las potencias mediadoras enfrentan ahora el reto de sostener el alto el fuego y construir un arreglo duradero que evite el regreso al ciclo de violencia.
La Biblia enseña que la paz verdadera no llegará solo por acuerdos humanos, sino cuando Israel y las demás naciones se reconcilien bajo la gracia de Dios. En Isaías 2:4, está escrito: “Volverán sus espadas en rejas de arado… y no se adiestrarán más para la guerra”.
También el apóstol Pablo, en Efesios 2:14, recuerda que el Mesías “es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación”.
Así, la reconciliación entre Israel y los pueblos no es solo un asunto político, sino una señal dentro del plan profético que anticipa la restauración final y el establecimiento de una paz bajo la autoridad de Dios.

